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Conversamos con Manuel Pallares, Director Ejecutivo de Fundación Raíz Ecuador - CAEMBA



1. ¿Cómo ve en el país las iniciativas de construcción de vivienda social?


En Ecuador existe un déficit importante de vivienda de interés social. Este déficit sigue aumentando, especialmente para los sectores más pobres. Las familias que viven en la pobreza y más aún quienes están por debajo de la extrema pobreza, no son sujetos de crédito y no pueden pagar por viviendas adecuadas que garanticen condiciones mínimas de habitabilidad. La mayoría de estas familias no tiene terreno o si lo tiene, generalmente solo mantienen la posesión por lo que no pueden recibir casas del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda -MIDUVI-.


Por estas razones, cada año existen más familias viviendo en condiciones precarias en barrios marginales que se van convirtiendo en focos de inseguridad. Para los sectores más pobres de la población, existe tanto una falta de construcción de viviendas, como de acceso a terrenos legalizados para la construcción. Se estima que en el país existen al menos 100.000 familias que viven en condiciones precarias, que no las protegen de los elementos climáticos y que no tienen saneamiento. Muchas de estas familias son lideradas por mujeres solas. La mayoría quedaron embarazadas muy jóvenes y no han podido terminar sus estudios o no han tenido posibilidades de lograr un desarrollo económico. Es común encontrar familias cuyos ingresos están incluso por la mitad del umbral de la pobreza extrema. Estas familias necesitan un subsidio total para acceder a una vivienda digna.


2. ¿Qué características debería tener un proyecto de vivienda social para propiciar el Desarrollo Sostenible?


Una de las características principales es el uso de materiales renovables, que no generen o que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, que fomenten el uso de materias primas de origen sostenible y que generen un valor a las comunidades locales. En este sentido, la clave son los materiales forestales como la madera y el bambú.

Por otro lado, está la cohesión social. Es muy importante que los proyectos de vivienda para sectores económicamente marginales, contemplen acciones para el desarrollo de la comunidad, la reducción de la violencia y que existan suficientes espacios comunitarios para fomentar la gobernanza barrial. Otro elemento muy importante son las áreas verdes, recreativas y los espacios para la práctica deportiva.


3. ¿Cómo la vivienda social puede ser generadora de comunidades sostenibles?


Los proyectos de vivienda deben crear condiciones de autoestima que permitan a las familias un desarrollo psicosocial adecuado, especialmente para los niños. Niños que crecen en condiciones de extrema pobreza y en viviendas precarias, sufren de bajos niveles de autoestima, condiciones que fomentan el abuso de las drogas y generan condiciones propicias para la delincuencia y la violencia. Por esto, una de las consideraciones más importantes para lograr el desarrollo sostenible, es involucrar a la población beneficiaria en el proceso de construcción de un sentido de pertenencia comunitaria y de convivencia.


4. ¿De qué manera las empresas en el país pueden contribuir a la construcción de vivienda social?


Muchas empresas tienen programas de responsabilidad social, dentro de los cuales se puede incluir la construcción de viviendas para familias de extrema pobreza. Estas actividades benefician a las empresas porque permiten la participación de sus trabajadores en los procesos de construcción. Esto fortalece el trabajo en equipo dentro de la empresa y mejora la imagen de la empresa frente a sus colaboradores y al público en general. Invertir en el bienestar de la comunidad siempre será una inversión rentable para todos.


5. Según la experiencia de CAEMBA, más allá de los números y las cifras, ¿cuál es el impacto de que una familia tenga acceso a una vivienda digna?


Las familias que viven en viviendas precarias, no gozan de protección contra los elementos ambientales, ya que pasan noches con goteras que les obliga pasar noches en rincones donde no hay goteras. Tienen pisos de tierra que generan mucha humedad y moho que produce infecciones respiratorias, especialmente a los niños pequeños. Muchos niños tienen que dormir mojados. Hay muchos casos donde la precariedad fomenta la convivencia con roedores, insectos e incluso culebras.


Por el aspecto sanitario, vemos el uso de letrinas muy precarias que generan malos olores y hasta riesgo de colapsar. Muchas familias hacen sus necesidades fisiológicas a campo abierto, donde se infectan los chanchos y los perros creando ciclos infecciosos. Todas estas son condiciones que afectan la salud y que forman un círculo vicioso con la pobreza ya que la enfermedad consume los pocos recursos de las familias. Entonces la vivienda precaria tiene un impacto terrible en la salud de las familias.


Por otro lado, estas condiciones de precariedad afectan negativamente a la autoestima de las familias. Los niños crecen viéndose inferiores a otros. Esto no permite un desarrollo psicológico positivo. Estos efectos no solo recaen sobre las familias que viven en precariedad, sino sobre todo el barrio que termina estigmatizado y convertido en un foco de violencia.


Desde el 2016, CAEMBA ha contribuido a cambiar la vida de casi 500 familias, dándoles condiciones dignas que cambian la forma en que se ven a sí mismos y cómo el resto de la sociedad los ve también. Empodera especialmente a las mujeres y a los niños. Todo esto ha sido posible principalmente gracias al aporte de la sociedad civil y muchas empresas que han creído en nuestro trabajo en favor de la multiplicación de bienestar en los sectores más desfavorecidos de la sociedad ecuatoriana.

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