A nivel mundial se observa que el “Compliance” ha pasado a ser un tema preponderante contemplado en la estrategia de la empresa y operativo a través de toda su estructura.
De qué se trata? “Compliance” es un conjunto de procedimientos y buenas prácticas adoptados por las organizaciones, para identificar y clasificar los riesgos operativos y legales que podrían presentarse, estableciendo a la vez, procedimientos de prevención, gestión, control y reacción en caso que deban enfrentarlos. La no prevención de posibles problemas, podría significar un duro golpe a la reputación de una empresa, a su estabilidad y a la continuidad de sus operaciones.
Los escándalos corporativos que han trascendido, lograron incrementar la sensibilidad social con respecto a la conducta ética en los negocios. No siempre el incumplimiento de normativas se lo hace intensionalmente, pues muchas veces se produce por desconocimiento u omisiones involuntarias, que se cometen por responder al demandante y complejo entorno que imponen la globalización y la competencia misma en el desarrollo de las actividades empresariales.
Lo anterior ha generado una nueva y creciente tendencia en las empresas que buscan incorporar la figura del Oficial de Cumplimiento, quien es el responsable de la supervisión y gestión de un programa de “Compliance” en los procesos internos y externos de la organización. No por ello, puede deslindarse la responsabilidad de la dirección de la empresa y sus comités de vigilancia, como garantes del cumplimiento de los debidos procesos que se deben adoptar frente a la denuncia de irregularidades.
Se dice que el Oficial de Cumplimiento es el arquitecto, administrador y vigilante del cumplimiento de la empresa. Sus funciones se resumen en las tres siguientes:
Diseño y aplicación de procesos, controles y normas que permitan garantizar el cumplimiento legal y normativo que rijan su operación.
Gestionar las auditorías o información solicitadas por órganos reguladores.
Supervisar el cumplimiento de los códigos de conducta de la compañía.
Para facilitar su trabajo, en el entorno de la empresa deben potenciarse o implementarse ciertas condiciones, algunas como las que mencionamos a continuación:
Facilidades para que este Ejecutivo conozca a profundidad los procesos y el funcionamiento de la organización, de su cultura corporativa y las normas públicas y privadas que rigen su actividad.
Una posición jerárquica dentro de la estructura de la compañía, que le facilite su funcionamiento independiente, que le permita interacción con las diferentes áreas y con acceso directo a niveles gerenciales y comités administrativos que existan en la empresa.
Acceso a datos de las diferentes áreas del negocio, expuestos de manera transparente y completa.
La mejora continua en las condiciones tecnológicas y automatización de la información no solo contribuyen a una mayor eficiencia en el funcionamiento de la empresa, sino que le permitirá contar con información actualizada, cuando así lo requiera.
Apoyo y facilidades para que toda la estructura de la empresa esté sensibilizada con la cultura corporativa, código de ética y reglamentos.
Establecer mecanismos que faciliten la denuncia frente a sospechas de malas prácticas.
Es importante que las compañías locales o extranjeras que operan en nuestro país, así como sus administradores y empleados, conozcan sobre las leyes anti-corrupción locales así como de otros países con los que estén relacionadas, pues su incumplimiento acarrea graves sanciones como privación de la libertad y grandes multas, a lo cual se suma la afectación en la reputación que repercute en la pérdida de clientes y la disminución del valor de la empresa en el mercado. Apoyarse con profesionales e implementar políticas y programas de “Compliance” les permitirá evitar y detectar malas prácticas que podrían poner en peligro la vida de la empresa.
Fuentes:
World Compliance Association
Boletín Ecix