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DINERS CLUB presentó "Sinfonía por la Vida"


(EFE) La música se ha revelado como el aliado más poderoso de un grupo de niños y jóvenes de la ciudad ecuatoriana de Esmeraldas para ahuyentar el miedo que todavía sienten desde que, hace seis meses, un terremoto azotó sus vidas.

Unidos en el proyecto social "Sinfonía por la Vida", 40 músicos y un coro de 20 voces canalizan a través de la música "la carga de tensión, de miedo, de esa amenaza latente" que, debido a las réplicas que todavía persisten, les invade desde que ocurrió la catástrofe, explicó a Efe el director de orquesta Ignacio García Vidal.

Cada año, el director español pasa varias semanas en Esmeraldas, capital de la provincia del mismo nombre, impartiendo talleres, clases y actividades formativas a los integrantes de esta orquesta sinfónica, de entre 11 y 22 años.

El proceso culmina en Quito con un concierto que hoy dirigirá una vez más, en el Teatro Nacional Sucre, en esta ocasión en la víspera del sexto mes del terremoto.

Zonas de la costa norte de Ecuador, donde está Esmeraldas, sufrieron el 16 de abril un terremoto que dejó 673 muertos, miles de damnificados y daños cuya reconstrucción el Gobierno estima en unos 3.344 millones de dólares.

Pero, más allá de la reconstrucción material, se diría que la música tiene propiedades para la reconstrucción emocional de estos jóvenes.

"No sé si la música en sí misma y solo por sí misma puede resultar paliativa o ser medicinal, pero sin duda forma parte de un proceso de reconstrucción" en el que también interviene la interacción de los alumnos entre si y su integración en un ambiente de grupo, explica García Vidal, director invitado.

Y es que casi todos los integrantes de la orquesta sufrieron daños en sus casas y muchos de ellos perdieron familiares o amigos en la provincia de Manabí, vecina a la de Esmeraldas, donde los efectos del temblor fueron más graves.

El temor todavía asoma a sus rostros cuando hablan sobre lo ocurrido, y lo hacen a menudo, porque les impactó profundamente, según el director, quien les ve "completamente obsesionados" y comenta que el potente temblor de magnitud 7,8 en la escala de Richter les sorprendió en una clase con su profesor habitual, Edison Guatoluña.

Hablan con frecuencia del terremoto y de "todos los de después", en referencia a las réplicas posteriores, a la posibilidad de que se produzca un tsunami e incluso algunos admiten que aún sueñan con un sismo.

Los jóvenes conservan su sonrisa de siempre, se comportan educadamente, "pero les veo preocupados", dice el director, oriundo de Cocentaina (provincia de Alicante, este).

Por eso resalta el valor de este proyecto, porque con él, "la vida misma, sus temores, miedos y obsesiones, como el terremoto o el tsunami, se transforman en música y es maravilloso", comenta.

Al margen del efecto beneficioso de "Sinfonía por la Vida" en lo emocional, la iniciativa les aporta otras ventajas, pues la mayoría de los miembros del grupo es de origen humilde y, en este proyecto, ellos "se sienten parte de un colectivo" y se familiarizan con valores como el esfuerzo, la superación, el compañerismo y el trabajo en grupo, señala.

La orquesta, que empezó como una formación de cuerda, ha alcanzado "un nivel de madurez muy importante", según su director, quien hoy dirigirá a los músicos y al coro que la forman en la interpretación de un repertorio de Beethoven y compositores ecuatorianos.

Este proyecto de inclusión social, que está auspiciado por la firma Diners Club, entre otras, tendrá su gran momento con el concierto, a beneficio de Unicef y programado en el contexto de la conferencia mundial Habitat III.

Jesús Sanchis Moscardó

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