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CUANDO EL TSUNAMI DEL COVID-19 CAMBIA LAS PRIORIDADES: LA RESPONSABILIDAD DE LA EMPRESA


Ningún momento es igual a otro pero éste supera cualquier parecido con otra crisis previa, por lo inesperado, repentino y el pánico social y empresarial que está generando. Provoca cambios urgentes en nuestros hábitos individuales y colectivos. A nivel global, una posible pandemia estaba en el radar, formaba parte la matriz de riesgos potenciales que publica anualmente el World Economic Forum. Si bien su impacto se anticipaba como alto, se marcaba una baja probabilidad de ocurrencia, frente a fenómenos naturales que ya veníamos viviendo en relación al cambio climático. Sin embargo, el presente nos trae la realidad de enfrentarnos a una situación desconocida, desde el ámbito personal y laboral, de las empresas o instituciones de las que formamos parte.

En este texto busco la reflexión sobre el papel que la empresa puede adoptar en el corto y medio plazo, sustentado en su responsabilidad social y su ciudadanía corporativa, en relación a sus diferentes grupos de interés.

En el corto plazo la empresa ha de priorizar a sus colaboradores, la fuerza que generó, genera y generará su actividad y resultados. Algunas de las medidas han sido de sobra repetidas ya en estos días: facilitar el teletrabajo en aquellos casos en que la operación y funciones del personal lo permitan, y cuando no sea factible trabajar con reducción de horarios, reasignación de actividades e inclusión detención de la operación, pero ello sin que el despido sea la opción elegida. Existen ejemplos de fórmulas que se están aplicando en algunos países, caso del ERTE en España, pero han de ser garantistas de los derechos del colaborador y apegados a la ley, incluso a los marcos excepcionales que están planteando los gobiernos. La empresa debe entender al colaborador en el contexto de sus circunstancias, del escenario de su familia directa y dependientes, trabajando con la unidad familiar y no considerando aisladamente a su personal. Es importante asimismo convertirse en canal de la información veraz para su plantilla, en alternativa al bulo.

Es momento de ejercer un liderazgo responsable dentro de las compañías, en la aplicación personal de las medidas sanitarias y en las condiciones laborales que se marquen para los equipos. Estamos además ante una ventana de tiempo extraordinaria para facilitar la capacitación por vías telemáticas, de ofrecer a los colaboradores una oportunidad de desarrollo pensando en las oportunidades que se den el escenario postcrisis. Es importante asimismo ser garantes de la información de los colaboradores, gestionar los casos de infección resguardando las debidas garantías para evitar episodios de discriminación.

El riesgo operacional no sólo está en el equipo humano, también en la disponibilidad de materiales en aquellos casos en que la operación pueda continuar. Es clave gestionar los inventarios, maximizando el aprovechamiento de los actuales y estudiando nuevas alternativas, no sólo de proveedores o rutas, también de tipo de insumos. ¿Es posible la innovación en este contexto? Sin duda.

Del escenario actual y el desempeño en las próximas semanas, las empresas han de tomar nota para un refuerzo de los procesos y responsabilidades, de la gobernanza y acción en la gestión de riesgos. También pensando en ese medio plazo, buscar el refuerzo de la comunicación interna, el diseño e implementación efectiva de procesos coordinados y participativos, de manera que no haya eslabones de alto riesgo por ser silos. Es importante seguir construyendo reputación y confianza en el día a día, para una relación fluida con los diferentes grupos de interés y tener margen de acción.

En cuanto a la provisión de productos y servicios, la innovación en los modelos de negocio y en la oferta, cada empresa debe buscar el modo de aportar al escenario postcrisis, no sólo por la oportunidad de negocio sino con un enfoque de construcción de un nuevo modelo de operación y consumo, de relación entre los diferentes grupos de interés.

La tecnología está siendo clave en el hoy, en cómo estamos afrontando la emergencia. Pasado el tsunami, las empresas como parte de su responsabilidad social, tienen la oportunidad de enfocarse en el modo en que desde su ámbito se puede aportar a reducir el sesgo digital, en el acceso y uso de las tecnologías para las diferentes actividades diarias.

Pero no todo es responsabilidad de la empresa, cabe hacer un inciso en el rol de las administraciones públicas como garantes de derechos y articuladores de soluciones junto al resto de agentes. También es crítica la responsabilidad social individual, nuestro modo de estar en el mundo a título personal, por ejemplo, el ejercicio del consumo responsable. Ello está quedando especialmente expuesto en estos días, donde nos enfrentamos a decisiones que no imaginábamos. Ahora más que nunca, construir en colectivo es imprescindible para el futuro de todos.

Pablo del Arco es

Manager de Sostenibilidad en Valora Americas

pablodelarco@valoraconsultores.com

@pabloarcofer

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