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EQUIDAD DE GÉNERO EN EL ECUADOR: 1 de cada 10 gerencias es ocupada por una Mujer


La equidad entre hombres y mujeres es un derecho fundamental, pero también una premisa primordial para un mayor crecimiento económico y cohesión social. Históricamente las mujeres han sido relegadas de muchos espacios, y el campo laboral no ha sido la excepción. A pesar de que en los últimos años la inserción femenina en el ámbito laboral ha ido creciendo, las oportunidades y condiciones aún siguen siendo desiguales en las sociedades, especialmente en países latinoamericanos. A lo largo de su vida profesional, las mujeres siguen experimentando dificultades para acceder a empleos dignos y aún persiste la desigualdad entre sexos en lo que respecta a las oportunidades y al trato en el contexto empresarial. Según ONU Mujeres, en América Latina, la participación laboral de las mujeres es del 56.4% frente al casi 85% en el caso de los hombres. En Ecuador, según un estudio de la Consultora Ipsos Ibid, el 89% de las empresas tienen a hombres en la alta dirección y tan solo 1 de cada 10 gerencias generales es ocupada por una mujer, lo que demuestra la marcada brecha que debemos reducir. En esta primera parte de una secuencia de artículos enfocados en género, analizaremos las principales barreras que obstaculizan el desempeño de las mujeres en el mundo laboral.

Para reivindicar las desigualdades de género en el campo laboral es necesario conocer primero las diversas barreras que las mujeres deben enfrentar. Hoy en día, las condiciones en el mercado laboral exigen un mayor nivel de escolaridad, por lo que las personas sin una base educativa se encuentran en situación de desventaja. Para el 2014, la tasa de asistencia de mujeres en educación básica y bachillerato fue del 65.08% frente al 96.20% en hombres; al analizar las causas de la no asistencia se puede evidenciar que los quehaceres domésticos, la prohibición familiar y el embarazo no planificado son algunas de las causas que afectan sustancialmente a las niñas y jóvenes ecuatorianas. Por otro lado, las expectativas profesionales e interés vocacional, se gestan en la cultura con los estereotipos y roles de género que esa sociedad impone. Atributos como la aventura, liderazgo, el riesgo e independencia son estimulados y naturalizados en los niños, mientras que a las niñas se las impulsa a desarrollar la dependencia, el cuidado y la tranquilidad. Estos roles aprendidos provocan que los jóvenes tiendan a optar por carreras orientadas a estereotipos adquiridos o lo que se les inculcó en su crecimiento. Según el estudio realizado por Deloitte, las áreas en donde se destacan las mujeres son en marketing y ventas (26%), finanzas y contabilidad (24%) y Recursos Humanos (21%); mientras que apenas el 1% está en áreas como la tecnología.

De igual manera, la arraigada apreciación de que el cuidado del hogar y de los hijos es obligación individual y natural de la mujer (más no como una responsabilidad compartida), se vuelve un limitante en la vida profesional de las mujeres. El Estudio de Mujeres 2017 realizado por Deloitte Ecuador confirma lo antes dicho pues más de la mitad de mujeres encuestadas afirman que ven al equilibrio entre la vida familiar y laboral como algo que puede restringir sus carreras profesionales. Indudablemente esta realidad provoca que las mujeres se inserten en el mercado laboral ya en desigualdad de condiciones; lo que evidencia la urgencia de un cambio de enfoques y mayor conciencia en nuestras sociedades y en el mundo empresarial.

Por último, también cabe mencionar la importante brecha salarial que aún existe entre mujeres y hombres, reflejando claramente la discriminación y desigualdad en el mercado laboral. Según las estadísticas presentadas por ONU Mujeres Ecuador, dicha brecha en nuestro país alcanza el 20% y según el estudio de Deloitte antes mencionado, el 34% de las encuestadas responden que la creencia cultural de que el hombre es merecedor de un salario mayor es el motivo por la que existe diferencia de remuneración.

En este contexto, las empresas tienen un rol fundamental en reducir las desigualdades a través de la generación de condiciones más equitativas y justas para el buen desarrollo de la sociedad. Para garantizar la inclusión y reducir las brechas, es necesario que las empresas pasen del compromiso a las acciones concretas, visibles y medibles para la consecución de una verdadera igualdad de género. Para lograrlo, es necesario que se impulsen cambios en la cultura y en las prácticas laborales, a través de la generación de políticas de apoyo hacia sus colaboradores, que promuevan la coexistencia entre la vida laboral y personal, el acceso equitativo a cargos altos, capacitación del equipo humano, flexibilidad de horarios, entre otras medidas. En el siguiente artículo de esta secuencia enfocada en género, analizaremos las oportunidades que tienen las empresas al incluir buenas prácticas laborales.

Fuentes:

  • Mujeres luchan por la equidad laboral en Ecuador. 2016. Andes. Recuperado de http://www.andes.info.ec/es/noticias/mujeres-luchan-equidad-laboral-ecuador.html

  • Ministerio Coordinador de Desarrollo Social. (2014). Estrategias priorizadas para la juventud. Recuperado de

http://www. desarrollosocial.gob.ec/politica-nacional-de-juventudes

  • Persiste la brecha salarial entre hombres y mujeres. 2016. CEPAL. Recuperado de

http://www.cepal.org/sites/default/files/news/files/nota_18_brechas_salarios.pdf

  • Mujeres 2017. Una radiografía de las ejecutivas ecuatorianas. Deloitte. Recuperado de

https://www2.deloitte.com/content/dam/Deloitte/ec/Documents/deloitte-analytics/Estudios/Mujeres%202017.pdf

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